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Efemérides 01 de Septiembre – Enrique Tornú

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El médico apóstol

Un día como hoy pero de 1865 nacía Enrique Tornú, médico higienista y pionero en el tratamiento contra la tuberculosis y de la medicina preventiva en la Argentina.
Nació en la ciudad de Buenos Aires y cursó sus estudios secundarios en el Colegio Nacional, donde se recibió en 1886. Al año siguiente ingresó en la Facultad de Medicina de la UBA en la que cursó sus tres primeros años de la carrera. En 1889 fue designado segundo secretario de la Legación Argentina en Francia y decidió continuar sus estudios en ese país. Residió en París pero se inscribió en la Facultad de Ciencias Médicas de Burdeos. Fue practicante en los servicios de clínica quirúrgica del Hospital de San Andrés y del Hospital de Niños de esa ciudad.
Llevó la representación del Colegio Médico Argentino al que enviaba numerosos informes sobre la epidemia que asolaba a Europa, su visión de que se trataba de una nueva enfermedad epidémica -en contraposición de numerosas opiniones de médicos franceses- y sus primeros trabajos científicos. Además, colaboraba con el Boletín de la Sanidad Militar y los Anales de la Asistencia Pública en los que publicó colaboraciones sobre la profilaxis de la tuberculosis y los casos clínicos observados en los hospitales de Burdeos.
En 1892 se lo nombró ayudante de Anatomía Topográfica de la Facultad y, en mérito a sus investigaciones, integrante de la Sociedad de Anatomía de Paris. En 1893 terminó su carrera de medicina con alto puntaje y una reconocida tesis: “Operaciones que se practican por la vía sacra”. Al año siguiente regresó a la Argentina y tuvo que revalidar su título en la Facultad de Medicina de Buenos Aires. La mesa examinadora fue muy exigente: Mauricio González Catán, José Penna, Eduardo Pérez, Marcial Quiroga, y Francisco Sicardi. Aprobó con bastante luz.
Su primer trabajo como médico en el país fue en Vacarezza, un pequeño pueblo de la provincia de Buenos Aires, cerca de Alberti, donde construyó un fuerte vínculo emocional con los vecinos que lo admiraban por su trabajo cotidiano.
Retornó a la Capital Federal donde ejerció como médico general y se especializó en ginecología. A los pocos meses se desempeñó como jefe de clínica del servicio de ginecología en el Hospital San Roque, como médico agregado en el Hospital Francés y dictó clases de Historia Natural y de Física en la Escuela Nacional de Comercio. Crecía su prestigio como cirujano y su palabra profesional en los círculos científicos.
Simultáneamente, editó numerosos informes y estudios en las publicaciones de medicina como “Herida penetrante de tórax por arma de fuego”, “Fractura de húmero”, “Malformación de los órganos genitales”, “Estioma de la vulva” o “Contribución al estudio del vértigo de Méniere y su tratamiento por el sulfato de quinina”.
Un dato relevante de la salud pública de la época era la mortalidad que producía la tuberculosis. Tornú realizó varios cursos sobre la enfermedad y merituó los fracasos de los diferentes tratamientos y, en contraposición, los resultados positivos que se obtenían en Europa con la “cura de aire”. Entonces, se abocó al relevamiento de las regiones argentinas cuyas condiciones fueran aptas para la cura climática.
En 1897 recorrió diferentes lugares en la provincia de Córdoba (donde acudían muchos enfermos de tuberculosis) y advirtió que no existían criterios racionales para la elección de los lugares de cura, que los pacientes no cumplían regímenes de vida adecuados, que su permanencia era demasiado breve y que no se adoptaban medidas higiénicas de ninguna índole.
El cuadro era preocupante y la enfermedad hacía estragos. En 1898 tomó una decisión relevante. Aceptó el cargo de delegado honorario en la provincia de Córdoba que le ofreció el presidente del Departamento Nacional de Higiene, doctor José María Ramos Mejía, para estudiar el clima de la región en relación con la profilaxis y cura de la tuberculosis. Ese acto implicó que abandonara su trabajo y su familia por un largo período.
Recorrió innumerables parajes, vivió en tiendas de campaña, sin las mínimas comodidades, en soledad y ante una marcada indiferencia general. Tras meticulosos estudios encontró los factores ecológicos que favorecían los tratamientos para curar la enfermedad. Pero llegó a una conclusión tan importante como el hallazgo de esos factores: la necesidad de mejorar la educación popular como arma permanente y eficaz para combatir la tuberculosis.
Elaboró un plan general de lucha antituberculosa que constaba de 16 normas profilácticas para ser aplicadas en todo el país, que fue el primero en el continente. Su preocupación por la educación lo llevó a publicar la revista de divulgación La profilaxia que él mismo costeó y sus obras Climatología médica de las sierras de Córdoba, La cura de altitud y Apuntes sobre tuberculosis y sanatorios.
En mayo de 1901 fundó la Liga Argentina contra la Tuberculosis y fue parte de su comisión directiva. A los pocos meses contrajo la maldita enfermedad, hasta ese momento incurable, y en septiembre de ese año tomó una decisión tajante: se suicidó. Tenía solo 35 años.
En 1904 se inauguró el primer establecimiento construido para el tratamiento de los enfermos de tuberculosis, que constaba de 100 camas con un gran parque para recuperación ambulatoria diseñado por Carlos Thays y que hoy lleva el nombre de Hospital de Agudos Enrique Tornú, en el barrio de Parque Chas, de la ciudad de Buenos Aires.
Posteriormente, en dicho nosocomio, se incorporaron nuevos pabellones, se incrementó el número de camas, se inauguró el Pabellón de Maternidad y Lactantes para enfermas tuberculosas y el Centro de Investigaciones Tisiológicas (CITI), donde funciona el Instituto de Investigaciones Médicas “Alfredo Lanari”.
Un eficaz homenaje para continuar una labor heroica e inconclusa.
Salú Enrique Tornú!! Por tu desprendimiento en medio de un gran desconcierto y una profunda indiferencia, por tu perseverancia y precisión para definir políticas públicas que sirvieron a todos, pero especialmente, a los más desposeídos.

Ruben Ruiz
Secretario General 


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