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Efemérides 17 de Enero – Muhammad Alí

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El más grande boxeador de todos los tiempos

Un día como hoy pero de 1942 nacía Cassius Marcellus Clay (que luego cambió su nombre y apellido por Muhammad Alí), boxeador estadounidense, influencer político y social de una generación, defensor de los derechos de la minoría negra y del Islam.
Nació en Louisville, Kentucky. Hijo de Cassius Marcellus Clay Sr., pintor de letreros, adicto al alcohol, aficionado al canto y al baile y Odessa Lee Grady, ama de casa y sostén del hogar. Los episodios de violencia familiar no escaseaban. Cursó sus estudios en el Central High School. Creció bajo la influencia de la iglesia bautista. Tímido, lector, obsesionado con el boxeo.
A los doce años ingresó al gimnasio “Columbia”, dirigido por Joe Elsby Martin, un expolicía que daba clases de boxeo. Su objetivo: vengarse del robo de su bicicleta nueva. Un mundo nuevo. El sonido de los golpes contra el saco de arena, los saltos en la soga, el boxeo de sombra, el arte de la defensa, la elevación paulatina de las pulsaciones, el olor a transpiración y algo esencial: era un centro de entrenamiento donde no existía discriminación racial.
Años después fue impactado por un acto brutal: el asesinato del adolescente afroamericano Emmett Till por el solo hecho de haber sido acusado de piropear a una mujer blanca. El cuerpo apareció mutilado en el rio Tallahatchie, los dos acusados de raza blanca fueron absueltos y la supuesta víctima reconoció, años después, que había inventado la acusación contra el joven.
Su primera aparición fue en una pelea televisada en el programa “Tomorrow’s Champions” (Campeones del mañana). Le ganó por decisión dividida a Ronny O’Keefe. A los pocos meses se incorporó al gimnasio del Grace Community Center bajo las órdenes de Fred Stoner, quien mejoró su estilo y le enseño a moverse en el ring. Su indignación creció enormemente.
A los 14 años ganó el Golden Glover Championship en peso semipesado, un torneo para principiantes del estado de Kentucky. En 1959 se adjudicó el campeonato interciudades Chicago-Nueva York ante Tony Madigan y a los meses se consagró campeón nacional de la Unión Atlética Amateur. Tuvo una racha de 36 victorias pero se topó con Amos Johnson, por la clasificación a los Juegos Panamericanos de Chicago. Fue derrota clara en tres asaltos.
Su empeño no decayó. En abril de 1960 compitió en los Selectivos para integrar el equipo de los Juegos Olímpicos de Roma, primeros en ser televisados. En peso pesado fue eliminado por Percy Price y se inscribió en semipesado. Ganó su pasaje al noquear a Allen Hudson, que había obtenido la medalla de oro en los Juegos Panamericanos. Enfiló hacia la Ciudad Eterna.
Chuck Bodak en el rincón. Triunfo por KOT en el segundo asalto ante el belga Yvon Beacus; victoria unánime por puntos ante el soviético Gennadiy Shatkov, ganador de la medalla de oro de los semipesados en Melbourne 1956; idéntico resultado ante el australiano Tony Madigan. Desenfado y juego de piernas impredecible. Favorito del público, criticado por los ortodoxos. En la final vapuleó al polaco Zbigniew Pietrzykowski, bronce en los Juegos anteriores.
Ese fue el grandioso cierre de su etapa amateur. Retornó a su natal Louisville y ocurrió un hecho que lo marcó. Fue echado de un bar porque “no era para negros”. Enfurecido, tomó su medalla y la tiró al rio Ohio. Era un merecido campeón pero eso no detenía al cobarde racismo.
El 29 de octubre de 1960 debutó en el profesionalismo. Fue en el Freedom Hall de Louisville, y derrotó por puntos Tunney Morgan Hunsaker, un policía con 27 peleas en su haber. Dos meses después se puso a las órdenes de Ángelo Dundee. Nacía la sensación de los pesos pesado.
En julio de 1961 combatió y derrotó a Alonzo Johnson en un encuentro televisado para todo el país. A los seis meses peleó en el Madison Square Garden frente a Sonny Banks. En el primer round besó la lona. Luego fue una ráfaga de golpes y lo derrotó por KO en el cuarto asalto.
Luego, encuentro ante el veterano Archie Moore. Pronosticó que le ganaría en el cuarto asalto. Así fue. Acertó sus predicciones otras 13 veces en su carrera. Esos vaticinios y sus poemas entonados antes de las peleas le confirieron el apodo periodístico de “Bocón de Louisville”. En 1963 enfrentó al campeón de la Mancomunidad Británica, Henry Cooper. Pugilato de estilos opuestos. Cuarto round, Clay besó la lona por segunda vez en su vida. Reaccionó y fue un torbellino de golpes directos y cruzados. Ganó por KOT en el séptimo asalto. Su fama se elevó.
Llegó el 25 de febrero de 1964. Pelea por el título mundial de los pesados ante el gigante Sonny Liston, ex presidiario vinculado a la mafia y campeón de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB), de la Comisión Atlética de Nueva York (NYSAC) y del Consejo Mundial de Boxeo (CMB). Todo en contra de Cassius salvo su técnica y autoestima. Dominio total de Clay y KOT en el sexto round. Se iniciaba otra etapa y nacía Muhammad Alí, nombre elegido para reemplazar al de Cassius Clay que consideraba un apelativo de esclavo que él no había elegido.
El acercamiento a la Nación del Islam se consolidó por su amistad con Malcom X e implicó el rechazo al cristianismo y al Integracionismo racial. Su defensa por los derechos civiles de los afroamericanos/as tuvo un rasgo más radical. Realizó una gira por África y fue aclamado por multitudes. Era un momento álgido de las luchas anticolonialistas y el impacto fue enorme.
Defendió el título exitosamente nueve veces: en la revancha ante Sonny Liston, Floyd Patterson, el canadiense George Chuvalo, los británicos Henry Cooper y Brian London, el alemán Karl Mildenberger y sus compatriotas Cleveland Williams, Ernie Terrell y Zora Folley.
En 1966 se opuso al reclutamiento militar. Ante el llamado a las filas en 1967 para ir a la guerra de Vietnam se negó: «Mi conciencia no me deja ir a dispararle a unas pobres personas en el barro por el muy poderoso EEUU. Dispararles para qué? No tengo problemas con el Vietcong, nunca me gritaron “nigger”, nunca me lincharon ni me cazaron con perros. No me robaron mi nacionalidad. Por qué dispararles? No quiero dispararles a esas pobres personas, esos bebés, niños y mujeres. Como podría dispararles? Llévenme a la cárcel».
Fue una etapa dura y vital. Lo condenaron a cinco años de prisión que pudo surfear pagando una fianza de 10 mil dólares, le quitaron su pasaporte, la retiraron su licencia de boxeador y lo despojaron de sus títulos. La prensa lo acusó de desertor, cobarde, antipatriota. Respondió con firmeza. Apeló el fallo innumerables veces, dio charlas sobre los derechos civiles y contra la guerra en universidades y centros educativos, influyó en las candidaturas presidenciales. Se convirtió en un ícono internacional en favor de la paz y el derecho de las minorías étnicas.
En 1970 un juez federal de Texas sostuvo que la suspensión era “arbitraria e irrazonable” y después, la comisión neoyorkina le concedió de nuevo la licencia para boxear. En octubre retornó a los cuadriláteros. Le ganó a Jerry Quarrry, el 7 de diciembre se produjo la icónica pelea con nuestro “Ringo” Bonavena que dio pelea hasta el último round en que cayó tres veces. En 1971 se produjo “La pelea del siglo” frente a Joe Frazer que lo derrotó por puntos.
Luego, los otros dos fieros combates entre ambos que gano Alí, las peleas con Ken Norton, el histórico combate en Kinsasa con George Foreman a quien derrotó por KO recuperando el título mundial ante el delirio de 60.000 personas; los encuentros con León Spinks donde perdió y recuperó por tercera vez el título mundial de los pesados a los 36 años. Un fenómeno total.
No obstante, su salud ya mostraba algunos signos de deterioro. En 1984 fue diagnosticado con la enfermedad de Parkinson. Luchó contra ese flagelo todo lo que pudo. Se mantuvo activo, participó de encuentros, homenajes y actividades. Fue una pelea larga, con deterioro indetenible, dolorosa. El 3 de junio de 2016 se sonrió burlón y colgó los guantes para siempre.
Histriónico, irrepetible bailarín entre las sogas, eficaz noqueador, inventor de una técnica disruptiva que imantaba multitudes, de convicciones firmes, símbolo pacifista y defensor inquebrantable de los derechos de la comunidad negra. Un integrante indiscutido de nuestra popular imaginaria…
Salú Muhammad Alí!! Por tu defensa caída y provocadora que los rivales no podían descifrar, por tu juego de piernas cinematográfico, por esas noches ante el televisor para ver al que flotaba como mariposa y picaba como abeja, por tus bravuconadas que escondían crítica e ironía, por tu firmeza ante la perversidad de los poderosos y la incomprensión inicial de muchos y muchas, por no pedir permiso.

Ruben Ruiz
Secretario General 


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