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Efemérides 22 de noviembre – Nacimiento de Cecilia Grierson.

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Un día como hoy pero de 1859 nacía Cecilia Grierson, primera médica argentina y latinoamericana, educadora precoz y defensora teórica y práctica de los derechos de la mujer desde el ejemplo propio.

Nació en la ciudad de Buenos Aires, pero transcurrió su infancia en la República Oriental del Uruguay y en el departamento de Gená, provincia de Entre Ríos. Hija del escocés John Parish Robertson Grierson y de Jane Duffy, de descendencia irlandesa. Fue la mayor de 6 hermanos. A los seis años fue enviada a Buenos Aires para estudiar en colegios ingleses en los que completó sus estudios primarios, pero a los trece años cambió abruptamente su vida. Murió su padre, que había comenzado a tener problemas económicos como consecuencia de los cambios políticos de la época, y debió regresar a entre Ríos. En la estancia familiar, su madre decidió abrir una escuela para enseñar a los niños/as de la colonia; la maestra sin título habilitante y la directora fue Cecilia, con 14 años. Como era menor de edad, el sueldo era abonado a su madre. Además, se encargaba del cuidado de sus hermanos/as.
Un año más tarde, ingresó en la primera institución de formación docente de Buenos Aires: la escuela Normal de Señoritas Nº 1, que funcionó en la quinta de la familia Cambaceres, en el barrio de Barracas y que en 1880 se mudó al edificio actual, en la Avenida Córdoba 1951. Simultáneamente, comenzó a trabajar de institutriz para mantenerse económicamente. Se recibió de Maestra de Grado Primario en 1878 y Domingo Faustino Sarmiento -director general de Escuelas- la nombró docente en la Escuela Mixta de San Cristóbal. Con sus primeros sueldos trajo a su familia a la ciudad.
Recordemos que Buenos Aires era una ciudad pequeña pero en crecimiento; tenía 30.000 edificios, de los cuales 23.000 eran casas bajas, 5.000 de un piso de alto y el resto de tres pisos, existía el alumbrado callejero alimentado con 5.000 faroles a gas y 3.000 a querosene y los mataderos estaban a 20 cuadras de la Casa de Gobierno. Sus límites difusos eran el Riachuelo, el Rio de la Plata hasta la desembocadura del arroyo Maldonado y las calles Medrano, Castro Barros y Boedo. Todavía los partidos de San José de Flores y Belgrano resistían su incorporación.
En 1880 se produjeron los violentos enfrentamientos por la federalización de la ciudad de Buenos Aires -que finalmente se promulgó el 6 de diciembre-; una consecuencia directa fue que los maestros no cobraron el sueldo durante 9 meses, aunque continuaban impartiendo clases. El sueldo de Cecilia era el único sustento de la familia con lo cual apelaron a diferentes emprendimientos para sobrevivir.
Debido a una enfermedad mortal de su mejor amiga, Amalia Kenig, tomó una decisión que marcó el resto de su vida: estudiar medicina, una carrera solo para varones hasta ese momento. No existía prohibición alguna para inscribirse, pero sí, una trampa infranqueable para las mujeres. Había que tener aprobado latín, materia que solo se cursaba en el Colegio Central (hoy, Colegio Nacional Buenos Aires) y que, obviamente, era solo para varones. Cecilia Grierson aprendió latín, lo aprobó e insistió por su ingreso hasta que las autoridades se quedaron sin excusas. En 1883 comenzó su aventura en la Facultad de Ciencias Médicas en medio de descalificaciones cotidianas de sus profesores y compañeros que no admitían su presencia y, aún menos, su capacidad y perseverancia.
En 1885 solicitó concursar por el cargo de ayudante de Histología. Al principio hubo resistencia, pero era la mejor alumna de la materia; finalmente, accedió al cargo. En 1886 se desató la tercera epidemia de cólera en la ciudad de Buenos Aires. Fueron convocados todos/as los estudiantes de medicina. Como era la única mujer, la destinaron a la Casa de Aislamiento (hoy, Hospital Muñiz) donde las posibilidades de contagio y muerte eran mayores. Allí, moría uno cada dos enfermos. No obstante, fue un gran aprendizaje humano y académico trabajar en el equipo de los doctores Penna y Estévez.
En abril retornó a las clases y a la cátedra; ese mismo año comenzó como Practicante Interna del Hospital Escuela “Buenos Aires”, cuyas guardias dirigía Juan B. Justo. En paralelo, fundó la Escuela de Enfermería del Círculo Médico Argentino donde estableció el uso del uniforme que luego fue adoptado en toda Latinoamérica. En 1888 fue nombrada Practicante menor y luego mayor del Hospital de Mujeres (hoy, Hospital Rivadavia) y completó sus prácticas en el instituto de gimnasia Zander hasta que el 2 de julio de 1889 se graduó con su tesis: «Histerio-ovarotomías ejecutadas en el Hospital de Mujeres, desde 1883 a 1889», un pormenorizado estudio sobre la irritación en las mujeres recién operadas de ovarios. Una advertencia pública a las prácticas sanitarias dominantes.
Inmediatamente, se incorporó al sector de Ginecología y Obstetricia del Hospital San Roque (hoy, Ramos Mejía) ya que por ser mujer le impidieron ejercer como cirujana, a pesar de tener el título. En 1891 fundó la Asociación Médica Argentina con la que organizó salas de primeros auxilio en pueblos lejanos, un consultorio-escuela psicopedagógico para niños con problemas de conducta, fonación y aprendizaje, dio cursos y conferencias en centros obreros para que supieran como actuar en caso de accidentes, escribió la Guía de la Enfermera y participó de la primera cesárea en nuestro país.
Fue nombrada Bombera Voluntaria de la Boca por el personal del cuartel en agradecimiento a los conocimientos que había transferido, fue inspectora del asilo nocturno de la Asistencia Pública donde organizó el servicio de ambulancias y logró incorporar el uso de las sirenas, hasta entonces reservada a los bomberos. Desde 1892 integró el Consejo Nacional de Educación y ese año, fundó la Sociedad Argentina de Primeros Auxilios. En 1894, se presentó en el concurso para cubrir el cargo de Profesor Sustituto de la Cátedra de Obstetricia para Parteras; lo ganó, pero hubo un fallo nefasto: se declaró desierto porque estaba prohibido a las mujeres ser docentes universitarias. Fue una barrera infranqueable: nunca pudo ser titular de una cátedra en la Universidad a pesar de sus saberes.
No aflojó. En 1897 escribió Masaje práctico -antecedente de la kinesiología en Argentina-, dictó cursos sobre Gimnasia Médica y Quinesioterapia y organizó la Escuela de Enfermeras y Masajistas. En 1899 viajó a Europa para realizar cursos de capacitación en Obstetricia y Obstetricia, visitó clínicas y hospitales en Viena, Berlín y Leipzig y fue elegida vicepresidenta del Congreso Internacional de Mujeres. En 1900 fundó el Consejo Nacional de Mujeres, la Asociación Obstétrica Nacional y publicó la Revista Obstétrica, que fue una gran herramienta científica y médica para las parteras argentinas; más tarde, fue cofundadora de la Sociedad Argentina de Biotipología, Eugenesia y Medicina Social.
Fue una pionera en la puericultura y en la educación de ciegos y sordomudos. Participó de la fundación del Instituto Argentino para Ciegos, promovió el avance del sistema Braille y escribió La Educación del ciego y Cuidados del enfermo. Además, fundó la Escuela de Economía Doméstica y la Sociedad de Economía Doméstica, que fue el origen de la Escuela Técnica del Hogar, lugar desde el que promovió una nueva inserción de las mujeres en la vida económica cotidiana.
Fue examinadora en la escuela de la Penitenciaría Nacional; inspectora de madres desamparadas a cargo del juez de menores; profesora ad honorem de anatomía, fisiología e higiene en la Escuela de Sordomudos (cuando el cargo fue rentado nombraron a un varón) y profesora de anatomía en la Academia de Bellas Artes. Incursionó, también, en la pintura, la escultura y algunos deportes.
Participó activamente de la lucha por los derechos integrales de las mujeres. En 1910 presidió el Primer Congreso Feminista Internacional realizado en la Argentina, en el que se discutió la situación de las mujeres en la educación, la discriminación en la legislación de ese momento, el abandono de los hijos y la necesidad de una estrategia para lograr el voto femenino. Incursionó en el Código Civil para denunciar la inequidad sufrida por las mujeres solteras o viudas en relación a sus derechos civiles. En 1926 se lograron reformas en el Código, como por ejemplo la posibilidad de que las mujeres dispusieran de sus propias ganancias, formar parte de sociedades civiles o mercantiles, etc.
En 1927 realizó su último viaje a Suecia, Dinamarca, Bélgica e Inglaterra, en el que investigó el funcionamiento de establecimientos de enseñanza doméstica y agrícola pero también tomó conciencia del esfuerzo que demandaba el cumplimiento de sus objetivos y de su cansancio físico. Se jubiló con un haber exiguo porque no le reconocieron todos los años trabajados y se retiró a los Cocos, provincia de Córdoba, desde donde colaboró hasta su muerte con Sociedad Ornitológica del Plata.
Salú Cecilia!! Por romper con los moldes de la época, por tu sabiduría constante, por imponerte a la ignorancia social mirando de frente con tus ojos azules, por tu emocionante generosidad.

Ruben Ruiz
Secretario General 


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