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Efemérides 23 de Mayo – Inauguración del Obelisco porteño

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Ícono de la ciudad y nacimiento con polémica

Un día como hoy pero de 1936 se inauguraba el Obelisco para conmemorar el cuarto centenario de la fundación de la ciudad de Buenos Aires, en el marco de la modernización urbana que contemplaba el ensanchamiento de la Avenida Corrientes, la construcción de la Plaza de la República y la construcción de la Avenida 9 de Julio (que implicó un decreto de desalojo de 138 familias que vivían entre las calles Tucumán y Bartolomé Mitre, primer tramo de la que fue la avenida más ancha del mundo).
El nacimiento del Obelisco no estuvo exento de encendidas polémicas entre renovadores y tradicionalistas.
Su construcción entrañó cambios profundos en el cerrado entramado del centro porteño. Hubo que demoler la iglesia Nicolás de Bari, en cuya torre se había izado por primera vez la bandera nacional el 23 de agosto de 1812. La Curia inició un juicio contra la Municipalidad que perdió en los estrados de la justicia. También hubo que demoler el viejo Luna Park y el Teatro del Pueblo. El periodismo y una buena parte del público se opuso en forma vehemente.
El 3 de febrero de 1936 el intendente porteño, Mariano de Vedia y Mitre, firmó el decreto para su construcción a propuesta de su secretario de Hacienda, Atilio Dell’Oro. El proyecto fue encomendado al arquitecto tucumano Alberto Prebisch, influenciado por las corrientes modernistas de la época, que también diseñó el cine-teatro Gran Rex y el cine Atlas. Las obras comenzaron el 20 de marzo de ese año y duraron solo sesenta días.
La construcción estuvo a cargo del consorcio alemán GEOPÉ – Siemens Schuckert – Grün& Bilfinger y trabajaron 157 obreros. Uno de ellos falleció durante la obra: el italiano José Cosentino. Se utilizó cemento de endurecimiento rápido y se construyó de a secciones de dos metros de altura para facilitar el volcado del hormigón. La existencia de los túneles cavados para el paso del Subte “B” facilitó la colocación de los cimientos sobre ellos. La base es de hormigón (20 m de lado y 1,50 m de altura) asentado sobre vigas de 1,80 m de alto que se apoyan en los costados sobre zapatas del mismo material de 1,20 m de alto y de 3 m y 4 m de largo respectivamente.
Se utilizaron 680 m³ de cemento y 1360 m² de cuarzo de Pampa de Olaen, extraída en el Valle de Punilla, provincia de Córdoba. Tiene una altura de 67,5 m que incluye un ápice de 3,5 m con cuatro ventanas que miran a cada punto cardinal y una punta roma de 40 cm donde se instaló un pequeño pararrayos.
El monumento es hueco y en su interior existe una escalera marinera, recta y sin baranda, de 206 escalones y siete descansos. En cada cara de la base se recuerda un hecho histórico: la primera y la segunda fundación de Buenos Aires, el primer izamiento de la bandera nacional y el establecimiento de la ciudad como capital de la Nación. En la parte oeste existe una puerta de acceso y dispone de iluminación eléctrica. Su peso es de 177 toneladas.
Su costo fue de 200.000 pesos de esa época.
Las críticas no cedieron durante un tiempo largo. Lo llamaron “el zángano”, “tachuela monumental”, “pinchapapeles de acero y cemento”, “armatoste de latón”, “bodrio en perspectiva”.
Horas después de un acto oficial en junio de 1938 se desprendieron parte de las lajas de revestimiento y eso produjo una gran preocupación. Para evitar nuevos accidentes las placas de piedra fueron reemplazadas por revoque de cemento que se pintó con 620 litros de látex. Ese hecho y otras controversias llevaron a que el Concejo Deliberante sancionara un año después la Ordenanza N.º 10.251 que implicaba la demolición del Obelisco por razones económicas, estéticas y de seguridad pública. El nuevo intendente, Arturo Goyeneche, vetó la ordenanza y el monumento porteño quedó en pie.
Poco a poco el Obelisco fue aceptado por los habitantes de la ciudad y comenzó a ser punto de referencia del turismo interno e internacional y de festejos, actos y protestas hasta convertirse en un hito irremplazable y representativo de Buenos Aires. Racionalista, enigmático, simple.
En diciembre de 1973 fue un árbol de Navidad; en 1975 se colocó un anillo giratorio con la frase “Mantenga limpia Buenos Aires” y la malograda “El silencio es salud”; el 1º de diciembre de 2005 apareció cubierto por un preservativo de color rosado, en conmemoración del Día Mundial de la Lucha contra el Sida; el 20 de septiembre de 2007 fue cubierto con una tela con los colores de Argentina y Alemania en conmemoración de los 150 años de relaciones diplomáticas; el 7 de agosto de 2009 fue enmarcado con un brazalete distintivo del lema “Say No More” como parte de una publicidad de un lanzamiento discográfico de Charly García; el 20 de septiembre de 2015 el artista Leandro Erlich generó una ilusión óptica por la cual parecía que la punta del Obelisco había desaparecido; el 13 de diciembre de 2021 los streamers platenses “Coscu” y “Momo” realizaron la primera transmisión en vivo desde la cima del Obelisco en la que participaron otros personajes del mundo e-sporter y youtuber como Ibai Llanos, Sergio Agüero, Bizarrap, Trueno y Rodrigo De Paul, reunieron 500.000 personas en la transmisión y transformaron a Buenos Aires en la “Capital latinoamericana del streaming”.
Usos múltiples de un símbolo de la ciudad que causan asombro, empatía o animan a emitir simplemente un saludo cómplice.
Para el final soneto de Baldomero Fernández Moreno, dedicado a nuestro Obelisco:
“¿Dónde tenía la ciudad guardada
esta espada de plata refulgente
desenvainada repentinamente
y a los cielos azules asestada?
Ahora puede lanzarse la mirada
harta de andar rastrera y penitente
piedra arriba hacia el Sol omnipotente
y descender espiritualizada.
Rayo de luna o desgarrón de viento
en símbolo cuajado y monumento
índice, surtidor, llama, palmera.
La estrella arriba y la centella abajo,
que la idea, el ensueño y el trabajo
giren a tus pies, devanadera.”
Salú viejo amigo! Por mirarnos desde el mangrullo urbano, por escuchar los gritos y el murmullo insondable de la muchedumbre que empuja todos los días, por reír y sufrir con nosotros, por entendernos en silencio, por saber que alguna vez los de abajo vamos a ganar…

Ruben Ruiz
Secretario General 


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