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Efemérides 22 de Noviembre – Mary Jane Seacole

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Enfermera naturista y heroína de la guerra de Crimea

Un día como hoy pero de 1805 nacía Mary Jane Grant, enfermera autodidacta de origen jamaiquino que fue la creadora de un hotel para socorrer a los heridos en la cruenta guerra de Crimea, que salvó miles de vidas, que enfrentó al cólera con un novedoso protocolo sanitario pero que fue invisibilizada por la crónica histórica durante muchos años.
Nació en Kingston, Jamaica. Hija de un soldado escocés y una curandera jamaiquina. Mestiza total. Su madre, Louisa Grant, era también la administradora del hotel “Blundell Hall” donde se hospedaban inválidos, enfermos, personas pobres y turistas gasoleros.
Mary aprendió rudimentos de enfermería, el uso de hierbas medicinales e incorporó los principios de la medicina tradicional africana y del Caribe y las nociones para tratar las enfermedades tropicales observando a su madre. Desde los 12 años la ayudó en el cuidado de los “huéspedes” del hotel gracias a los conocimientos que había adquirido en esos años.
Otro de sus sueños era viajar. El primer periplo lo realizó en 1821 a Londres donde complementó sus conocimientos de medicina tradicional con los conceptos y sistemas sanitarios existentes en Europa. De regreso viajó y ejerció la medicina en Cuba, Haití y las islas Bahamas, lo que le permitió adquirir mayor experiencia.
Su condición de mestiza le permitía ser técnicamente libre pero con derechos civiles limitados (no podía ejercer ninguna profesión ni votar ni ocupar cargos públicos). En 1836 se casó con el jamaiquino Edwin Horatio Seacole e instalaron un negocio en Kingston que sucumbió al poco tiempo. Regresó con su madre y administraron el hostal. En 1843 ocurrió un gran incendio en la cuidad y alrededores y una de las propiedades arrasadas fue la propiedad de su madre. Al año siguiente fallecieron su progenitora y su marido.
En 1850 se topó con una epidemia de cólera en Jamaica que dejó un tendal de 30.000 víctimas fatales y entonces puso en práctica toda la sabiduría que había heredado de su madre para el cuidado de los enfermos. Salvó muchas vidas. Su fama de sanadora eficaz crecía.
Su intuición de emprendedora y su perspicacia como empresaria le permitió construir un nuevo hotel que esta vez funcionó. Sin embargo, aceptó el ofrecimiento de su hermano para trasladarse a Panamá y le dejó en manos de una prima.
Se instaló en la localidad de Cruces pero una epidemia de fiebre amarilla le hizo cambiar de planes. Retomó su puesto de enfermera de hecho. Llegó a la conclusión que debía perfeccionar su metodología sanitaria y pergeñó un protocolo sanitario basado en una estricta higiene, la ventilación regular de los hogares y hospitales y una correcta alimentación. Funcionó bien.
Luego de la peste abrió el “British Hotel” que constaba de un comedor y una barbería, servicios que los turistas apreciaban. Además, ofreció diversos tratamientos a los enfermos (les cobraba solo a quienes estaban en condiciones de pagarlos).
Se convirtió en una experta en enfermedades tropicales.
Con el dinero recolectado, en 1854 emprendió un nuevo viaje a Inglaterra. Allí se anotició de que un año antes había comenzado la guerra de Crimea, en la que una alianza anudada entre Francia, Gran Bretaña, el imperio otomano y el reino de Cerdeña se enfrentaban al imperio ruso y el reino de Grecia. Fue cruenta. Murieron miles de personas. Mary se informó de los sucesos y entendió que el cólera, la malaria, el tifus, la disentería y el escorbuto mataban más gente que los enfrentamientos armados.
El gobierno británico realizó una campaña para reclutar enfermeras para ir al campo de batalla. Puso al frente del reclutamiento a Florence Nigthingale, “La dama de la lámpara mágica”, cuyo trabajo en el hospital de Scutari sería ampliamente reconocido. Mary se presentó ante la Oficina de Guerra pero fue rechazada. Su color de piel y su edad (en ese momento tenía 50 años) fueron obstáculos infranqueables a pesar de la necesidad imperiosa de enviar enfermeras.
Sin embargo, no renunció a la posibilidad de ayudar. Viajó por sus propios medios hacia la región de Crimea con pocos recursos, algunos alimentos y medicamentos. Se instaló en Kadikoi, al norte de Balaclava, donde se encontraba el campamento militar que recibía a los soldados que desembarcaban para ser parte de los combates.
En pocos días instaló un nuevo “British Hotel” en un viejo almacén. En la planta baja había un restaurante y un bar en los que servía comidas, té, bebidas y tabaco. En la planta alta había cuartos limpios que remitían como hospital. Mary trató a los heridos y enfermos con sus potajes de hierbas, cosió y vendó heridas y brindó consuelo. Diariamente iba a las trincheras a llevar medicamentos.
Los periodistas se hicieron eco de su trabajo y la apodaron “Madre Seacole”.
Estuvo 16 meses entre Kadikoi y el frente de batalla. El esfuerzo no fue en vano. Junto a la red de enfermeras, lograron que la mortalidad bajara abruptamente en todos los centros sanitarios. Sin embargo, volvió a Gran Bretaña en la ruina económica. La ayuda de sus amigos y de un periodista que la había visto trabajar abnegadamente permitieron visibilizar su situación y salvarla.
En 1857 escribió su autobiografía Aventuras maravillosas de la señora Seacole en muchas Tierras, primera obra de esas características publicada por una mujer británica mestiza que se convirtió rápidamente en un bestseller. No estuvo exenta de polémicas y reivindicaciones.
El 14 de nayo de 1881 sus largos viajes y aventuras inclasificables dieron paso a un reposo extendido que alcanzó con una mueca de satisfacción por la ayuda brindada a las víctimas de las guerras y enfermedades y la lucha librada contra la ignominia de quienes discriminan por el color de piel o la condición social.
Los prejuicios raciales y las injusticias sociales de la época implicaron que su figura y su altruismo fueran cuidadosamente silenciados por más de un siglo. Recién en 1991 fue reconocida con la Orden de Mérito de Jamaica y en 2004 por el sitio web sobre herencia negra Every Generation como la más grande británica negra. La Unesco nominó con su nombre y apellido una de sus fundaciones y en Inglaterra existe el premio Mary Seacole que reconoce y estimula el liderazgo de enfermeras, parteras y visitadores en el Servicio Nacional de Salud.
Salú Mary Jane Seacole!! Por tu entrega al prójimo y por tu negritud y mestizaje dignos que llevaste como estandarte toda tu vida.

Ruben Ruiz
Secretario General 


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